28.8.09

Los no-nacidos

No sé qué ví.
No había un quantum, no había un cuento, había una bahía -bajo las luminarias-, que al soplarla con el polvo de una letanía, la mano en cuenco, replegó su marea para que camináramos sobre el agua ... La bajamar ya era una operación compartida, aún no sabíamos con quiénes o con qué. Fuimos entrando de a poco a la membrana de azogue mientras sucedía en ella algo de rampa muy vasta, indiscernible de su espacio liso (¿hasta dónde se había retirado el mar, dónde había quedado o cómo había revertido en estrellismas?) y esa rampa nunca se nos aparecía tal cual, pero apenas placentaba parecía dar al ducto o a la inducción de los orantes en su lago de la tropósfera, que era a la vez en Bengal. Sin embargo íbamos y veníamos por la membrana asfáltica ya que el pasaje sucedía agenciando bailes por la bajamar inducida, no a la espera ni preguntando, y nunca acabábamos de trepar ni volvíamos a la estación que ahora quedaba muy atrás, no sabíamos si en la misma Tierra. Era -lo entendimos a medida que empezaron a enviarnos volados de espuma deslizándose, entitógenos, sobre la membrana marina- una boda. De a poco se nos enganchaban los brocados de Océano a los tobillos, ni siquiera precisaríamos el color ya que era la entidad más viva y plástica del entorno, o la divinidad misma con la que nos casábamos, creciendo en intensidades diversas desde y hacia la rampa que no existía más que a un brazo de inmersión, del brazo que aún no teníamos. A la vez ninguno dudó que caminaba sobre las aguas justo porque era tan sencillo, tan claro: allí donde jamás hubo bajamar caminábamos por territorio marial nunca antes hollado. Por suelo de cangrejos, por marisma de medusas. "Sí: a la manera de la retirada del Mar Rojo ante la Serpiente", me respondió Fátima de Córdoba sin que preguntara. Cierto que caminábamos en plena inducción de la Pascua invicta, victorial, por el ducto abierto en la Virgen la noche del Viernes Santo en Playa Sola. ¿Cómo podía ser? De pronto los orantes, a una mano de internación en la línea del cuerpo cayoso, establecieron otra tienda junto al lago de la tropósfera, a la vez en Uttar Pradesh, en una estampita muy poderosa encendida por estambres de cobre, y algo cantamos con ellos durante un aplauso de siglos, lo que nos permitió, sólo entonces, bajar un gesto que atesoramos y es imán del Pasaje a los no-nacidos.

Zahriel Yardna

3 comentarios:

  1. Anónimo1.9.09

    Después cuenten si el que aparece en la foto es Mogul ...

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  2. Anónimo5.9.09

    No, es el Ghul.
    Lam Binael

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  3. Anónimo7.9.09

    Eso no es un Ghul ni de lejos ni de cerca.
    Es el vapor del Khadir.

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