2.6.09

Il Angelo

Il Angelo,
tuvo que haber sido Il Angelo.


Il angelo di la leveza, il angelo di spumafina, il angelo que trepa:
angelohm, angelhim, angeluba.
"Paz o Pez" (de su dije),
su sensina ventilando del pelicular plerome.

Degustador me quedo bajo el guanaquescente techo ardepalmeras. Guanaquescer de verdeflema que no para de ensalivar lo que toca.

Por esto vuelvo siempre al rancho de Holybut adonde tiro y disparo para subir a l’autre pas.
Modernika mare, stregazzella Shikinta:
que cada cual haga base en la muertinta de su oráte.
Y en una duna entitógena al titubeo y parsi.

Fragante de arabiar en tornos
fragante descenso al seno de las huellas
en una hora amplia de medio minuto
en la briatímbrica marmita del verbo
moler.
Muele la irradiación su lamperío de baltazares dando a luz el circulante ciudadelar del color.
Además este clima ya no es de la Tierra: es el de la levadura de las arenas, el del rocinarse de la hierba: ¡todo el rocín que había que cabalgar para despertar un solo molino! Que toma del rocinante lo que le cabe de piel en la lengua berserker: “Este rocío llama a la quijotense tara tustra de profetizar”.


Pero exhausto ante el carrerío me aquieto en desmayo a un tris de pellizcar el despertar al otro lado del caucho (es damasco).
El continuo Kefrén en su frémito de escuchas apantalla y no me entero.


Umbralescente bacanal de alfileres dándose perfumes por el dunedisma que odaliscan. Cuellos y cuellos de desierto hasta escuchar algo del angeleteo … Es un revolvismo en boca de cráter o en secuencia de diástoles.
Insuflacional chinchinar de sistocasmos. Verboding que da todas las horas. Miliunachispe, esteroide que paísgarza Real, neo-oratería a cual más canalla más vivaz: vero amperio de masacre de inocentes yoes.


La belleza acampada.
En las campanas de ya más no decir.
La espuma que no cabe en sí da vestidos para la ola-boda.
En la campana de
glissando
en el espinillo brillaespumas acercando la luminaria
en tus medias ennoviciadas por la stellamare pariencial.


Por las jeringaciones de la colocación gana la crítica perturbación del sombrerismo
al caminar sobre el huesoenigma molido a pies.
¿Era hueso entonces, y no la arena?
En el perfume de la leche que hollamos se levanta un vahoflor anubado sobre el que parpadea el sueño más que sueño: la vigilia de ir entrando al husoluz, al fémur de la baraja que bandea.
El desierto de harinas viene del polvo secretado por el abarajamiento.
Y en su Nivea de arenisuras va de jala al soplo de Ajna.


Refoliescerse de cada grano, platerías de turbión o nada. El ángel de las cenizas es diablísimo por hiper-soplativo: el grillo en su bandeja, el árbol seco en su escamación de plata oscura, la cartomancia precipitada del strass de las escobas.
El ángel singula en el liberarse de los perfumes.
En los grabados, en los emblemas:
hay polvos, hay leche,
hay camarón.


De Elébano Khadir para Mazhar

3 comentarios:

  1. Anónimo15.6.09

    ¿Qué es esa foto o de dónde es?
    Gracias,
    P.

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  2. Anónimo17.6.09

    Surgió de un frasco tratado. En nuestro gabinete.
    Shalama,
    Elébano

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  3. Anónimo15.7.09

    Decididamente un estupendo poema-visión.
    Gracias.
    Anita

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